Como cada 4 de septiembre desde 1949 se celebra en Argentina el Día del Inmigrante. El origen de esta fecha no es arbitrario, fue establecido por decreto en recuerdo de la disposición dictada por el Triunvirato en 1812 que ofreciera “su inmediata protección a los individuos de todas las naciones y a sus familias que deseen fijar su domicilio en el territorio”. “Ese primer documento fue en verdad, el punto de partida de una ininterrumpida serie de actos de gobierno que a través de leyes, decretos y reglamentaciones estimuló, protegió y encauzó la inmigración”, reza el decreto 21.430, a la vez que destaca la importancia de que se “rinda un permanente y público homenaje al inmigrante de todas las épocas, que sumó sus esperanzas a la de los argentinos, que regó la tierra con su sudor honrado, que ennobleció las artes, mejoró las industrias …”
Aquella disposición de 1812 que fomentaba la inmigración estipulaba que todo aquel que quería vivir en suelo argentino tendría garantizado por el Estado el pleno goce de los derechos del hombre en sociedad. El único requisito era que no perturben la tranquilidad pública y respeten las leyes del país.
Esta política se vio reafirmada con la redacción de la Constitución de 1853. Ya desde el Preámbulo se hace referencia al tema: "Todos los habitantes del mundo que quieran habitar el suelo argentino estarán amparados en la ley al igual que los ciudadanos argentinos". Además en el artículo 25 se reafirmaba el fomento a la inmigración: "El gobierno federal fomentará la inmigración y no podrá restringir, limitar ni gravar con impuesto alguno la entrada en el territorio argentino de los extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra, mejorar las industrias e introducir y enseñar las ciencias y las artes".
La Argentina es desde los comienzos de su conformación como nación un país que recibe a la inmigración de todos los lugares de la Tierra, sin distinciones de origen, religiones ni pensamiento político.
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